Semana Santa

El pasado día 1 de Abril, el grupo de jóvenes nos reunimos para preparar la Semana Santa todos juntos. Aquí están los textos, testimonios y oraciones, los vídeos y canciones con los que hemos terminado este tiempo de preparación que es la Cuaresma. Esperamos que os ayude tanto como a nosotros. 

Domingo de Ramos

Aproximándose los días de la Pascua, y a pesar de la excomunión lanzada contra Jesús por los fariseos y de la sorda persecución que empezaban a tramar contra él, continuaba su camino a Jerusalén, en donde, según había anunciado a sus discípulos, le esperaba pasión y muerte ignominiosa.
El entusiasmo, cada vez mayor, que habían suscitado sus milagros y su doctrina, hizo que fuera engrosando la multitud que le seguía, aclamándole por el mayor de los profetas y el libertador de Israel.
Pedro: Maestro, ¿por qué debemos ir a Jerusalén? Es peligroso, todos van a conspirar en tu contra como lo hicieron con Juan el Bautista.
JUANSimón tiene razón, además si mueres, ¿quién cuidará de tu madre?María quedará sola.
JESÚS: Está escrito, que el Hijo del Hombre será entregado y condenado, lo insultarán, lo humillarán y lo matarán«pero al tercer día, ¡Resucitará!

Cuando ya estaban cerca de Jerusalén, al aproximarse a los pueblos de Betfagé y Betania, en el Monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:


-Id a la aldea que está enfrente, y al entrar en ella encontraréis un burro atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta por qué lo hacen, decid que el Señor lo necesita y que en seguida lo devolverá.

Fueron pues, y encontraron el burro atado en la calle, junto a una puerta, y lo desataron. Algunos que estaban allí les preguntaron:


-¿Qué hacen ustedes? ¿Por qué desatan el burro?

Ellos contestaron lo que Jesús les había dicho; y los dejaron ir. Pusieron entonces sus capas sobre el burro, y se lo llevaron a Jesús. Y Jesús montó. Muchos tendían sus capas por el camino, y otros tendían ramas que habían cortado en el campo. Y tanto los que iban delante como los que iban detrás, gritaban:

-¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!



-¡Bendito el reino que viene, el reino de nuestro padre David! ¡Hosana en las alturas!



Entró Jesús en Jerusalén y se dirigió al templo. Miró por todas partes y luego se fue a Betania con los doce discípulos, porque ya era tarde.


El regocijo con que los habitantes de Jerusalén y de los pueblos circunvecinos recibían al Señor exacerbó más el odio y la envidia de los fariseos y doctores, que se decían consternados: “Ved cómo nada conseguimos; el mundo entero corre en pos de él”.
Contemplaba Jesús los muros y el templo magnífico de la ciudad santa, y arrasados en lágrimas los ojos exclamó:
«¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán por todas partes, y te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos que estén dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de tu visita».

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que a ti son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos como reúne la gallina a sus polluelos al abrigo de sus alas, y tú no lo has querido. Perecerán tus hijos al filo de la espada, y serán llevados cautivos a todos los pueblos; Jerusalén será hollada por todas las gentes, hasta que llegue la plenitud de los tiempos en las naciones”.
Jesús, a pesar de haber hecho todo lo que debía y podía, sentía  que las cosas no habían salido como deseaba. Él siente que lo que va a suceder es mucho más grande que lo que sus discípulos pueden pensar, que incluso parece que se olvidan de lo importante. Jesús sabe que lo van a matar, pero la causa del lloro de Jesús era la visión de Jerusalén, que traspasaba el corazón. Jerusalén, que había rechazado al Hijo de Dios y desdeñado su amor, que rehusaba ser convencida por sus poderosos milagros y que estaba por quitarle la vida. Él vio lo que era ella bajo la culpabilidad de haber rechazado a su Redentor, y lo que hubiera podido ser si hubiese aceptado a Aquél que era el único que podía curar su herida. Había venido a salvarla; ¿cómo podía abandonarla?  

Cuando la procesión llegó a la cresta de la colina y estaba por descender a la ciudad, Jesús se detuvo, y con él toda la multitud. Delante de él yacía Jerusalén en su gloria, bañada por la luz del sol poniente. El templo atraía todas las miradas. Al destacarse entre todo con majestuosa grandeza, parecía señalar hacia el cielo como si indicara al pueblo quién era el único Dios verdadero y viviente.
Jesús contempla la escena y la vasta muchedumbre acalla sus gritos, encantada por la repentina visión de belleza. Todas las miradas se dirigen al Salvador, esperando ver en su rostro la admiración que sentían. Pero en vez de esto, observan una nube de tristeza. Se sorprenden y chasquean al ver sus ojos llenos de lágrimas, y su cuerpo estremeciéndose de la cabeza a los pies como un árbol ante la tempestad, mientras sus temblorosos labios prorrumpen en gemidos de angustia, como nacidos de las profundidades de un corazón quebrantado.

Al entrar en Jerusalén la gente lo aclama y lo ovaciona. Mucha gente sabiendo su destino, entre lágrimas, se acercan a Jesús para que no vaya a morir.

Multitud: ¿Por qué vienes Jesús si van a matarte?

Jesús: Moriré por vosotros, para salvaros, pero no os preocupéis porque al tercer día resucitaré.

 
Aleluya de Leonard Cohen

Jueves Santo


La víspera de la fiesta de Pascua, como Jesús sabía que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Jn 13,1)

Quiero que cerréis los ojos. Respirad tranquilamente, dejad que con la respiración vuestra mente se aquiete. Olvidaos un momento de esta habitación, de los compañeros que tenéis al lado. Y aunque me estéis escuchando... olvidaos también de mí. Sólo soy una voz... una voz que te susurra y te guía. Sigue respirando tranquilamente, deja marchar tus pensamientos cada vez que sueltes la respiración. Haz hueco en tu mente... bárrela de pensamientos y deja espacio... Sigue respirando. Ahora tu mente es una habitación vacía, no hay nada. Sólo luz... Oyes voces lejanas, hay gente en la calle. Suenan alegres, aunque no distingues bien las palabras, parece que la gente se saluda y se desea una buena... ¿qué han dicho? No lo oyes, pero intuyes que se va a celebrar algo. Te giras para buscar de donde proviene el sonido de las voces... se oye fuera, por lo que tú debes estar en una habitación. Al girarte tus ojos se tropiezan con una mesa.

Sí, efectivamente estás en el interior de una casa. Pero es una casa poco común. La mesa es grande, rustica... pero bajita. No hay sillas... pero está claro que alguien va a comer ahí. Bueno, más bien cenar, porque está atardeciendo. El sol se ocultará enseguida. De hecho, la habitación está ya iluminada... con velas. Miras alrededor, y no encuentras una lámpara ni un interruptor. En las paredes no hay cuadros, ni muebles, no al menos como tú los conoces. Una pequeña mesita de madera en un rincón... con unas flores secas en una vasija de barro. Esa es toda la decoración de la sala. Pequeñas ventanas, con rejas, que dan a la calle, de donde adivinas llegan las voces que anuncian la festividad. Los vecinos parece que vuelven ya a sus casas, a preparar eso que no has podido escuchar antes. Se va haciendo el silencio fuera... y percibes algo, no habías reparado antes en ello... Un olor peculiar. Huele a comida, pero es un olor que no reconoces. Nunca has olido así antes ¿qué estarán cocinando? Huele a pan, pero no es el olor que reconocerías en una panadería. Y huele como a especias... intentas reconocer alguna... ¿romero, tomillo?... no, no es ninguna especia conocida.

Distraído con los olores no te has dado cuenta... de que en la habitación empieza a hacer calor. No es un calor desagradable, no es que la calefacción (aunque tampoco has visto ningún radiador) esté fuerte... es un calor distinto, un calor de hogar. Es muy agradable y te sientes muy a gusto ahí. Oyes una puerta que se abre... en cualquier otra situación, saldrías corriendo, porque estás en una casa que no es la tuya. Pero no lo haces, te sientes demasiado bien ahí, no quieres moverte.

Un hombre entra en la habitación, su ropa es extraña, lleva una túnica y tiene la cabeza cubierta por un pañuelo, de una tela parecida a la túnica que lleva puesta. Es grande, robusto, de manos inmensas. Lleva un plato con comida en la mano, parece verdura. Huele bien, aunque no sabes a qué. El hombre te saluda y dice algo que no entiendes, pero no importa. Sabes que te ha deseado una feliz celebración. Tú le saludas también. ¿Os conocéis? Sí, pero no sabes de qué.

Empiezan a entrar otros... todos vestidos con ropajes similares. Todos llevan algo a la mesa, pan, vino, copas... Pero nadie lleva cubiertos. Todos van hablando entre ellos. Están contentos, está claro que se reúnen para celebrar algo muy importante para ellos... Algunos no se dan cuenta de que estás allí. Otros sí y te saludan con normalidad. Lo que está claro es que a nadie le extraña tu presencia... Y lo más increíble. A ti tampoco te resulta extraño estar ahí. De repente notas algo diferente... Tu corazón empieza a palpitar, como cuando sabes que algo increíble está a punto de pasar. Una extraña sensación de alegría y amor te inunda. Alguien llega, alguien a quien sí conoces bien, y que te conoce como nadie en esa habitación lo hace... Te vuelves hacia donde sabes que está, y tu corazón se acelera, querrías correr hacia Él, pero te quedas quieto. La emoción no te deja moverte, y sin embargo hay más movimiento en tu cuerpo y tu alma de la que jamás has sentido. Y de repente todo cobra sentido... Jesús ha entrado en la habitación, estás rodeado de los apóstoles... Y estáis a punto de celebrar la última cena. Jesús entra y te mira, como si entrara a la habitación buscándote. Sabía dónde estabas, no le hizo falta reconocerte entre la gente. Tu mirada y la suya se encuentran. Sonríe levemente, pero en esa sonrisa discreta hay tantas palabras escondidas! Tanto amor contenido! No se pronuncia un sonido, ninguna palabra sale de vuestra boca. Pero puedes escucharle con absoluta claridad... Te saluda, y te dice “me alegra que hayas venido” Poco a poco todos se acercan a la mesa, tú también lo haces. Observas que hacen para hacer tú lo mismo y no desentonar. Empiezas a sentirte tan partícipe de todo y de todos, tan uno más… que ya no necesitas mi voz… me aparto y te dejo, para que vivas en primera persona este momento único, tuyo… este momento con Jesús

En este momento mis sentidos se llenan de tantas sensaciones a la vez que siento un cierto mareo, el olor a especias, a flores, a perfume, me hacen tambalear un poco, me sujeto a una mesa y abro mis ojos a los colores más vivos que he visto nunca, el blanco de la pared destaca contra el ocre del suelo pisado por los pies descalzos de mucha gente, hasta doce cuento, hablan alto, ríen, la fiesta empieza a animarse, no puedo dejar de sonreír yo también, me siento acogido, avanzo por la sala despacio, abriéndome camino entre la gente, mis pies tropiezan con algo, miro hacia abajo y veo mi reflejo en algo que hay en el suelo, la sorpresa me deja sin palabras, intento retroceder pero no puedo moverme del sitio, tus ojos me sonríen, me invitan a ser parte de lo que aquí está pasando pero yo me resisto, sé que esto no acabara bien pero soy el único que lo sabe, no, no soy el único, Tú también lo sabes, aunque tu mirada me ruega silencio. Te veo agachado en el suelo secando los pies de tu amigo, él no quiere, pero Tú sabes que no hay otra manera, que solamente así, haciéndote pequeño, humilde, servidor de los demás llegaremos a aceptar tu humanidad. Te veo más hombre de lo que nunca te he visto y siento más amor por ti del que nunca imaginé pudiera sentir, te has acercado a mí, como hombre, te has puesto a mi altura para que yo pueda llegar a ti.

La comida llena la mesa, el cordero cruje al partirlo, los dátiles están dulces como la miel, pero delante de ti solo hay una hogaza de pan y una copa de vino, te veo cerrar los ojos, es un momento de intimidad que todos perciben, guardan silencio sorprendidos, mirándose unos a otros sin saber qué hacer. Tus manos cogen el pan con tanto respeto como si fuese el bien más preciado y con un cuidado amoroso lo partes y lo repartes entre tus amigos mientras les dices: “este soy yo, este es mi cuerpo y os entrego, a vosotros y por vosotros” Con el mismo cariño, respeto, con devoción coges la copa de vino y la compartes también con todos ellos, con todos nosotros, “esta es mi sangre, se derramará por cada hombre y cada mujer de este mundo, por amor

Sentado a tu lado durante la cena me miras, me ruegas silencio, sabes que estoy enfadado y me quiero levantar y poner fin a esta locura, tus amigos no hacen nada por evitar lo que está a punto de pasar y en ese momento soy consciente, ellos no saben nada, siguen de fiesta, felices de estar todos juntos celebrando la Pascua, han visto como su Maestro era recibido en Jerusalén ¿Qué malo puede pasar? Pero Tú si lo sabes, cuando miras a tu amigo, a tu compañero mojando el pan en tu plato, el levanta los ojos y queda atrapado en tu mirada, en ese momento no oigo nada más que tus palabras: “haz lo que tengas que hacer” y tu mirada le suelta, pero nunca podrá escapar, nunca podrá dejar de preguntarse ¿Por qué yo?

Sales al jardín, tu solo, dudo, pero te vuelves a mirarme y una sola palabra sale de tu boca: “Ven conmigo” me dejas acompañarte, voy detrás de ti, pero tu insistes: “ detrás no, aquí, a mi lado”, me quieres cerca de ti, siento que este momento es importante, para ti y para mí y me dejas entrar en tu corazón.

Hace una noche preciosa. No hay luna, pero no la necesito, me basta el brillo de las estrellas y el sonido de las conversaciones de mis amigos de fondo. He sentido la necesidad de alejarme de ellos, quiero disfrutar un momento de esta noche, siento muy dentro de mí que no me quedan muchas y ellos, por lo mucho que me quieren, no pueden aceptarlo, no quieren verlo. Me angustia dejarlos solos, ¿Qué será de ellos? No me preocupa mi final, pero ellos ¿sabrán seguir? ¿se mantendrán Unidos? Ya hemos sufrido mucho con la decepción de uno de los nuestros, pero ¿serán capaces de perdonar a los demás que se alejen? Miro al cielo y deseo con todas mis fuerzas que nada malo les pase, pido a mi Padre que haga conmigo lo que quiera, yo ya estoy preparado, pero a ellos…. No quiero que sufran, mi angustia por su futuro me desespera, me doy cuenta que estoy llorando, desesperado suplico, ruego por ellos, ¡los quiero tanto! Una nube oculta las estrellas, ya no hay brillo, ni hermosura en esta noche, solo angustia y dolor, un dolor casi físico que me hace caer al suelo apretando los ojos con fuerza. Despacio abro los ojos y las estrellas van asomando poco a poco entre las nubes, la paz va llenando mi alma, he puesto toda mi vida y la de mis hermanos en las manos de mi Padre, confío en El, no nos abandonará, el Amor por sus hijos es infinito y ahora comprendo, de una manera clara mi Misión, para eso estoy yo aquí y me siento tan agradecido.

Vuelvo con ellos, me reciben con sus cantos y sus risas, cada uno de ellos es especial, con sus virtudes y sus defectos, cada uno de ellos representa a todos los hombres y mujeres por los que yo lo voy a dar todo, hasta la última gota de mi sangre y siento que todo merece la pena.


Viernes Santo

Para empezar el rato de oración del Viernes Santo pusimos un vídeo sobre los juicios a Jesús.



Continuamos con una pequeña oración en la que llevamos a nuestro día a día el Calvario que sufrió Jesús llevando la cruz, aunque el dolor sea difícil de comparar. 


Nuestro Calvario

Señor, sé que no es posible comparar lo que tú sufriste con lo que sufro yo en mi día a día, con mis clases, mis exámenes, mis discusiones con mis amigos, pero puedo entender lo que supuso para ti. Muchas veces yo me levanto, sin ganas de ir a clase, como seguro tú no querías ir ante Pilato, y al igual que a ti, a mí me tienen que “dar un empujón” mis padres para ir a clase, como a ti te llevaron los fariseos. Llego al colegio y nada más llegar ya me están cargando con tarea y con exámenes que me suponen una gran presión. Esa es mi cruz Señor, que no será de madera, pero junto con mis propios dilemas pesa mucho más de lo que puedo soportar.

Mi día continúa, y llega un profesor que me da una mala noticia. Un examen para el que me había esforzado mucho lo he suspendido y ya siento que mi día va a ser el peor, que no tiene sentido seguir esforzándose en esa asignatura. Pero el timbre suena y es la hora del recreo, por lo que me levanto para continuar con mi día, que ya se ha teñido de negro. En el patio me encuentro a mis amigos junto con algunos de mis compañeros, muchos han aprobado y lo proclaman a los cuatro vientos sin importar si los que hemos suspendido nos podemos molestar. Pero en esa multitud encuentro a mi mejor amiga, que me anima y me dice que puedo con todo lo que me echen encima y que una nota no puede definir mi día. Ella es mi María y también mi Cirineo. Me consuela y me ayuda a seguir adelante. Aunque la nota sigue pesando en mi mente, me encuentro en el patio al profesor que me ha dado la nota y me dice que no me preocupe, que si me sigo esforzando podré aprobar. Supongo que podía no haberme dicho nada, pero él se acercó a mí igual que la Verónica se acercó a limpiar tu rostro sucio. Pero mi consuelo dura poco, me han puesto un examen para mañana. ¿Cómo voy a tener tiempo para estudiar? Siento que mi día vuelve a ser negro, que seguro voy a tener otro suspenso.

Una vez que termina el colegio, me dirijo a mi casa, pensando en las posibles comidas que mi madre habrá hecho para comer ese día. Sin embargo, por el camino veo a un compañero con el que no me llevo muy bien, pero que lleva una expresión de tristeza en el rostro. Me acerco y le pregunto qué le pasa, y aunque al principio le cueste, al final me dice que su padre está en el hospital y no le habían dicho nada hasta la hora de la salida. Yo le digo que no se preocupe, que si no se lo habían dicho antes sería porque tan mal no estaba y así no le preocupaban. Él parece animarse y me da las gracias, parece que nuestra relación ha cambiado.

Llego a casa y tras comer y descansar un rato, me pongo a estudiar el maldito examen del día siguiente. ¡No me va a dar tiempo! Para colmo, mis padres llegan a casa y como saludo me dirigen una gran bronca por haber suspendido. Además de que ya no tengo fuerzas para seguir estudiando el examen del día siguiente, me han castigado sin salir en dos semanas, lo que suponía perderme todas las quedadas como el cumpleaños de mi mejor amiga y encima tendría que ver las fotos de mis amigos en Instagram. Sé que no se puede comparar con todo el camino que tú hiciste por nosotros Jesús, pero en ese momento me sentí como tú, sentí que me dejaban sin nada y además tendría que sufrir viendo como mis amigos se divertían sin mí.


Finalmente llegamos a la muerte de nuestro Señor, su crucifixión, con una oración del Papa Francisco a Cristo crucificado.

"Oh Cristo crucificado y victorioso, tu camino a la Cruz es el resumen de Tu vida, es el icono de Tu obediencia a la voluntad del Padre, es la aplicación de Tu infinito amor por nosotros, es la prueba de Tu misión, cumplimiento de la Revelación y de la historia de la Salvación. El peso de Tu Cruz nos libera de todos nuestros pecados. Tú obediencia nos hace darnos cuenta de nuestra rebelión y desobediencia. En Ti, vendido por los que te son queridos, vemos nuestras tradiciones. En Tu inocencia vemos nuestra culpa. En la crueldad de la Pasión vemos la crueldad de nuestro corazón y acciones. En Tu sentimiento de abandono y en Tu cuerpo herido vemos a los más desfavorecidos. En Tu sed vemos la sed de Tu Padre, que en ti ha querido abrazarnos, perdonarnos y salvarnos. Imprime Señor en nuestros corazones la fe, esperanza, caridad y dolor de arrepentimiento de nuestros pecados. Haznos guardarte siempre en tu momento más doloroso, para no olvidar el precio que has pagado para liberarnos. Enséñanos que el Viernes Santo es el camino hacia la Pascua de la Luz, que Dios no olvida a ninguno de sus hijos y no se cansa de perdonarnos, de abrazarnos con Su infinita misericordia, y enseñarnos a no cansarnos de pedir perdón y de creer en Su misericordia sin límites."


Cristo en la Cruz

“Ahora sí, se acerca el final, el dolor es intenso, mis manos y pies sangran, me pinchan las púas en la frente, pero duele todavía más ver el sufrimiento de mi Madre, no hay consuelo para ella. Ahora tengo miedo y ya no es por mis amigos, por mi familia, es por mi. Me siento solo, abandonado, todos los discursos quedaron atrás, es la hora de la verdad y aquí sólo estoy yo, nadie puede acompañarme en este paso. La oscuridad llega, todo se rompe a mi alrededor, veo por última vez el rostro de tantas personas amadas, de tantas personas que me enseñaron a ver el mundo con sus ojos, con sus temores, con su corazón. Gracias a ellos aprendí a ser un hombre, cada uno me aportó la parte que tocaba en cada momento para así, en este final, dejar a un lado mi humanidad y hacerme uno solo con el Padre. Por ellos, todo fue, es y será por ellos. Pasarán años, pasarán generaciones pero mi Palabra permanecerá en ellos, mi Espíritu siempre les acompañará por los siglos de los siglos”

Esta oración inspiró en mí muchas cosas. Pensamos muchas veces que Jesús, al ser hijo de Dios, no sufre como nosotros y aquí vemos claramente cómo su dolor y pena es como si de la nuestra se tratase.

Algo que llamó mi atención de la oración es la parte en que dice “me duelen mis manos, mis pies, pero más me duele el sufrimiento de mi madre” 

Nosotros muchas veces no valoramos a nuestras madres, que sufren constantemente por nosotros, pues quieren sólo nuestro bien, y es algo que Él nos enseña: aprecia y quiere a tu madre.

Otra cosa que llamó mi atención es que, sabiendo que le han traicionado sus amigos, da gracias por ellos. Eso es algo que he aprendido gracias a Él, a dar las gracias por las cosas malas también. No solo crecemos como personas gracias a las cosas buenas sino que de las malas también. Una vez comentaba con alguien especial la huella que te dejan algunas personas, y mi conclusión fue que también hay personas que por mucho que te duela todo lo que te han hecho dejan una huella positiva, pues todas las personas que se cruzan en nuestro camino aportan cosas buenas y malas, pero siempre nos hacen aprender, hasta el más terrible acto que te hagan.

Y por último, Jesús dice “pasarán generaciones, pero Mi Palabra permanecerá en ellos”. Y qué cierto es; después de más de 2000 años estamos aquí, nosotros, llenos de ganas de saber más de Él, de seguir creciendo como cristianos y reforzando nuestra fe en Él.

Recordad, Jesús está para nosotros. Entregó Su vida por nosotros.




Después hicimos un pequeño silencio, en el que cada uno de nosotros pensó en lo que significaba la muerte de Jesús en la cruz. 


Domingo de Resurreción


Oración

Y cuando huía desesperanzado, me hiciste volver sobre mis pasos. "¡Es verdad: ha resucitado el Señor!". Me hiciste volver jubiloso al grupo de mis hermanos, para unirme de nuevo a ellos y celebrar todos juntos la alegría de la PASCUA: celebrar tu presencia, Señor, entre nosotros. Porque sigues bendiciendo el pan, partiéndolo, dándote a ti mismo y siendo el centro de nuestra comunidad, que contigo resucita. Son la vida, la fraternidad y la esperanza lo que celebramos. Otra vez la vida, la inocencia, la verdad, la luz. Tu PASCUA es una manera nueva de ver, abrazar y construir el mundo; una manera nueva de hacer la historia desde la luz siempre nueva y recién hecha del día supremo de tu Resurrección. Sí, que el Amor y la Vida sean la última palabra en el libro de la historia de todos los pueblos de la tierra, porque no hemos nacido para el odio.

Cuestiones

¿Entiendes la resurrección que nos regala Jesús?, ¿ves que cambie algo de tu vida?, ¿la vives como lo qué verdaderamente es o solo como lo qué aparenta?. Dejar todo a un lado, buscar la calma, centraros en ÉL, abrirle vuestro corazón, dejaros llevar por la mejor aventura de vuestra vida y descubrirle, dejarle obrar. Vamos a celebrar una de las fiestas más importantes para los cristianos; Jesús muere y resucita, con el único fin de salvarnos. ¿Cómo que para salvarnos? En la resurrección Dios nos da una segunda oportunidad que debemos ver en nuestro día a día, debemos ver todos nuestros errores y la misericordia con la que Dios nos perdona, nos salva, su gran amor. Empecemos a cambiar todo aquello de lo que no estamos contentos, empecemos a vivir la Pascua, aprovechemos la oportunidad de hacerlo en un núcleo rodeado de gente que lo vive y siente como lo sentimos nosotros, aprende de ellos y deja que los demás aprendan de ti, juntos construiremos esa manera nueva de hacer la historia con La Luz de su resurrección.

Testimonios

¡Increíble!, miro hacia atrás y me doy cuenta de lo egoísta que era, solo me acordaba De Dios cuando lo necesitaba, cuando mi vida no se regía por lo que tenía en mente, cuando creía que estaba todo perdido... solo recurría a Él para que volviese a centrar mi vida y entonces cuando ya todo estaba como quería ¡Pum! Ya me había olvidado de Él otra vez. Aún con este comportamiento Él supo poner a las personas adecuadas en mi vida, poner las situaciones adecuadas, aunque no fuesen las mejores para mí , al principio todo eran casualidad, luego te das cuenta de que no lo son, que Él obra y ha obrado siempre pero no lo sabias o no querías verlo. Una vez que eres consciente de esta situación quieres seguirle, quieres que forme parte de tu vida... Una persona me dijo que cuando dejas que Él actúe, dejas que la salvación de Jesús te abrace empiezas a formar parte de algo increíble a la que solo tienes que darle forma. ¿Os apuntáis a vivir la Pascua de esta manera?

Comentarios

  1. Fue precioso ver nacer de vosotros estas oraciones, y espero que nos ayuden a vivir esta Semana Santa de una forma diferente. Ojalá que, por una semana, seamos capaces de salir de nosotros mismos para acompañarle, olvidarnos de nosotros para poner nuestra mirada en Él, y así, atravesando con Él el dolor de Su Pasión, podamos resucitar con Él a una nueva vida. Recordad; "Hoy es tiempo de empezar..."

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