Tercera semana de adviento 2018
“Surgió
un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para
dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la
luz, sino el que daba testimonio de la luz. Y este es el testimonio de Juan,
cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le
preguntaran: «¿Tú quién eres?». Él confesó y no negó; confesó: «Yo no soy el
Mesías». Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?». Él dijo: «No lo
soy». «¿Eres tú el Profeta?». Respondió: «No». Y le dijeron: «¿Quién eres, para
que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti
mismo?». Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el
camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías». Entre los enviados había
fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el
Mesías, ni Elías, ni el Profeta?». Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en
medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que
no soy digno de desatar la correa de la sandalia». Esto pasaba en Betania, en
la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.”
Hemos llegado al tercer domingo de adviento, el domingo
de la alegría, y se empieza a notar que ya queda poco para el día de Navidad. Villancicos, belenes, luces... se pueden observar por todos lados.
La alegría es posiblemente la característica que más
resalte en este tiempo. Todo el mundo está contento, ya sea por los regalos, las
comidas, la lotería. Podemos mirar a nuestro alrededor y ver alegría por muchos
rincones como cuando amigos que llevan mucho tiempo sin verse se encuentran en
este tiempo de Navidad. Pero hay mucha gente que en la Navidad no siente la
alegría. Yéndonos lejos hay muchas personas que no pueden celebrar la Navidad
en sus casas porque las han perdido, otros muchos están rodeados de miles de
personas que al igual que ellos han tenido que salir de sus hogares con lo poco
que llevaban encima. Pero, acercándonos más a nuestro alrededor también podemos
ver la falta de alegría, hay personas que se sienten solas, que están tristes,
que no van a compartir la Navidad con nadie.
Por esta razón, en esta semana vamos a
pensar cómo transmitir la alegría a los demás. Vamos a ser cargadores de
alegría, para que cuando veamos a alguien que no la siente le podamos
transmitir algo de la nuestra. Si esto nos resulta muy complicado vamos a
recordar que muchas veces con contar algo bueno que nos ha pasado y nos ha
hecho felices los demás ya se alegran por nosotros. No hace falta que sean
gestos grandes, pues muchas veces la alegría se encuentra en lo pequeño como
Jesús cuando nació.
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