Viernes Santo 1.2



De la oración del grupo “Jóvenes”

“Ahora sí, se acerca el final, el dolor es intenso, mis manos y pies sangran, me pinchan las púas en la frente, pero duele todavía más ver el sufrimiento de mi Madre, no hay consuelo para ella. Ahora tengo miedo y ya no es por mis amigos, por mi familia, es por mi. Me siento solo, abandonado, todos los discursos quedaron atrás, es la hora de la verdad y aquí sólo estoy yo, nadie puede acompañarme en este paso. La oscuridad llega, todo se rompe a mi alrededor, veo por última vez el rostro de tantas personas amadas, de tantas personas que me enseñaron a ver el mundo con sus ojos, con sus temores, con su corazón. Gracias a ellos aprendí a ser un hombre, cada uno me aportó la parte que tocaba en cada momento para así, en este final, dejar a un lado mi humanidad y hacerme uno solo con el Padre. Por ellos, todo fue, es y será por ellos. Pasarán años, pasarán generaciones pero mi Palabra permanecerá en ellos, mi Espíritu siempre les acompañará por los siglos de los siglos”

Pensamos muchas veces que Jesús, al ser hijo de Dios, no sufre como nosotros y aquí vemos claramente cómo su dolor y pena es como si de la nuestra se tratase. Otra cosa que llamó mi atención es que, sabiendo que le han traicionado sus amigos, da gracias por ellos. Eso es algo que he aprendido gracias a Él, a dar las gracias por las cosas malas también. No solo crecemos como personas gracias a las cosas buenas sino que de las malas también. Siempre nos hacen aprender, hasta el más terrible acto que te hagan.

“Pasarán generaciones, pero Mi Palabra permanecerá en ellos”

Y qué cierto es; después de más de 2000 años estamos aquí, nosotros, llenos de ganas de saber más de Él, de seguir creciendo como cristianos y reforzando nuestra fe en Él.


Recordad, Jesús está para nosotros. Entregó Su vida por nosotros.

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