Cuaresma. Un momento con Jesús.

Hubo un tiempo que pensé en abandonarlo todo, yo solo quería vivir, quería ser feliz, ser una persona normal.

Nunca pedí ser especial, nunca quise destacar, nunca sentí la necesidad de ser reconocido, pero Tú tenías otros planes para mí, hubo un momento en que pude elegir, me diste la libertad de hacerlo, únicamente pusiste tu mirada en mi corazón y en mi cabeza la pregunta adecuada: ¿me quieres? Y ya solo había una respuesta: SI, y aquella respuesta cambió mi vida para siempre.

Dejé mi pereza a un lado para buscarte. Cada día alguien diferente me abría los ojos, sonrisas, abrazos, palabras, todo me llevaba a Ti.

Aceptar a las personas que me rodeaban, reconocerlas como hermanos míos, como hijos tuyos, me acercaba a ti cada día más y dejé de ser yo, para convertirme en alguien lo más parecido a ti, Padre.
Este desierto que ahora vivo me lleva a tener plena conciencia de las privaciones de muchas personas, sufrir en mis carnes el hambre y la sed me fortalece,  me permite, en el silencio,  meditar acerca de mi camino hacia ti y convierte mí oración en un momento íntimo donde estamos solos tú y yo, la incomodidad del suelo, el frío de la noche y el calor abrasador del día me hace fuerte, nada puede tentarme, solo Tú eres mi fuerza.

Llegará el momento de la prueba final pero ahora estamos los dos, cara a cara y mi respuesta sigue siendo Sí

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